Por Jafet Abello
Introducción
Como propósito central, tiene este ensayo, echar un vistazo a hechos recientes y pasados que tienen relación estrecha aunque en apariencia parece que no la tienen. Entendiendo que las causalidades, sobretodo en la teología, son parte importante de la construcción de el mundo y sus formas, estas no se ausentan de la historia y mucho menos del pensamiento humano.
Es muy cierto lo que Pablo habló que los últimos tiempos serían peligrosos porque vendrían hombres amadores de sí mismos (entre otras cualidades), pero jamás imaginamos que el amor que tendrían por el hombre de una manera desmedida sería tal que dejaran, o intentaran, arrojar a Dios del mundo para entronizar en su lugar al hombre, creando con aquel pensamiento un antropocentrismo de proporciones no imaginadas en los siglos pasados.
Entender nos permite concluir y elaborar respuestas para los problemas que a diario se suscitan, algunos de mayor complejidad que otros y que requieren reflexiones y respuestas mayormente premeditadas que otras.
Es de esperar que el lector asuma de una forma objetiva y serena las preguntas que quedan abiertas a partir de la lectura de este ensayo, que no busca dar respuestas, porque estas no se dan de un día para otro y requieren la iluminación del Espíritu Santo de Dios, pero no por eso es de menospreciarse con facilidad, ya que, aunque no es un nuevo trabajo ni exclusivo, tiene la particularidad de renovar la mirada con respecto a algunos hechos acaecidos dentro de la teología contemporánea, y el difícil ejercicio de sintetizarlos, lo que permite tener mayor comprensión de estos, comparando este trabajo con trabajos acabados, de hombres que realmente han llegado a comprender cabalmente el mundo y sus problemáticas, pero que, muchas veces, su lenguaje abstracto impide una rápida comprensión de sus tesis.
Busque sus respuestas, aquí le haremos pensar en algunas preguntas.
La Neoortodoxia y sus implicancias.
Complejo “movimiento” o “corriente Teológica” de comienzos del siglo XX. Este movimiento surgió en Suiza en el año 1919 con el comentario de un joven pastor llamado Karl Barth al libro de los Romanos.
Procurando hacer frente al liberalismo teológico cuyo exponente principal fue Friedrich Ernest Daniel Schleiermacher, Barth escribió el comentario al libro de Romanos.
El Liberalismo de Schleiermacher sostenía entre sus puntos más importantes que: 1) la religión en sí no es un cuerpo de doctrina, que lo abstracto no tiene lugar en ella y que es estrictamente interior, de los sentimientos; 2) el pecado consiste en no sentir dependencia (de lo finito a lo infinito) y que Cristo, como ejemplo de dependencia hacia lo Infinito, vino a comunicar este sentido de dependencia. (Carlos Jiménez, crisis en la teología contemporánea, pág 26)
Indudablemente la influencia Kantiana era notoria en Schleiermacher , (sostenía que en la religión la metafísica, lo abstracto, no tiene lugar) y también en Barth y por tal razón se le llamó a su trabajo (de Barth) , “la revolución copernicana de Barth”, misma revolución que un siglo anterior había logrado el filósofo en -el campo de la filosofía-. Dicha revolución consistió en mostrar que son los fenómenos los que se rigen por las leyes del entendimiento y no a la inversa 1 , como antes se creía,( que el entendimiento se regía por las leyes de los fenómenos) se quiere decir entonces que es el entendimiento el que construye dichas leyes, aunque existentes en la naturaleza. Esta fue la revolución copernicana de Kant, lo que a la postre vino a considerar al entendimiento autónomo totalmente, amo y señor del conocimiento, y constructor de todo conocimiento, y conocimiento de(a través de) experiencia existente. Se consideró al entendimiento como el principio rector supremo, aun de la religión, de la Biblia, y por sobre ella, teniendo que ambas someterse a tal rector supremo, el entendimiento, la razón.
1.- Humberto Giannini, Breve Historia de la filosofía, pág 248.
Esta era la situación intelectual del mundo teológico a principios del siglo XX, y que venía arrastrándose del siglo XIX. El liberalismo consideraba entre otras apreciaciones a la Biblia como un libro ordinario sujeto al arbitrio de la crítica del entendimiento como cualquiera otro, y a Jesucristo como la encarnación viva del amor y los ideales humanistas, claramente se observa aquí una influencia romanticista. También el Dios del liberalismo era “inmanente a el mundo” por lo que se le acusaba a sus maestros de ser panteístas. Se considera como los más importantes maestros del Liberalismo a Harnack y Hermann, los cuales consideraban que la experiencia religiosa se halla, al igual que la revelación, en la conciencia y en la mente, más que en alguna voz especial de afuera , por lo cual la experiencia era absolutamente subjetiva y totalmente enajenada del Dios Ontológico y de su Revelación, las Sagradas Escrituras.
Cuando en el comienzo de este trabajo se ha señalado a la neoortodoxia como un “complejo movimiento”, se ha considerado dos razones por las cuales se ha denominado así. La primera consideración es en relación a la complejidad de estudiar los conceptos relacionados a los propósitos con que se escribió en aquella época y de los cuales emanan, para bien o mal, las muchas y diversas implicancias e interpretaciones que surgen a partir de aquellos textos. Como implicancia Fundamental es que desde 1919 en adelante se considera a la teología como “Teología Contemporánea”. La segunda consideración es respecto a llamar “movimiento” a la neoortodoxia, esto se debe a que no sólo fue el comentario a la carta de San Pablo a los Romanos de Barth lo que caracterizó a la Teología Contemporánea, sino que a partir de él, muchos otros teólogos teniendo como base algunos conceptos “Barthianos” comienzan a “edificar” nuevas teologías. Algunos radicalizan sus posturas y otros afirman estar de acuerdo en algunos planteamientos. Es por esta razón y por la lejanía aparente que hoy se percibe de sus postulados que he llamado movimiento a la neoortodoxia, porque a la luz de lo que hoy se percibe en América Latina (desconozco realidades como la de Europa por ejemplo) después de ya casi 90 años, gracias Dios, la Neoortodoxia no marcó una trascendencia mayor en la teología de las Iglesias gracias a la reacción Fundamentalista que se originó en Estados Unidos. Cabe aquí la pregunta crucial si en los posteriores años sólo se le considerará a la neoortodoxia como un simple movimiento teológico, o si será una tendencia claramente marcada de, por lo menos algunas Iglesias con algún “peso”, dentro de la realidad Evangélica del siglo presente.
El objetivo de Barth fue repudiar el liberalismo, pero en su afán de repudiar la teología liberal con “armas que no son de nuestra milicia” el fin no fue completamente el esperado, aunque en sus obras posteriores intentó corregir lo defectuoso “la bomba ya estaba lanzada” (como se le ha llamado a su comentario a los romanos).
Para una mejor y más amplia comprensión, no sólo de Barth, de Emil Brunner, y los maestros de otros movimientos surgidos a partir de la Neoortodoxia, enunciaremos los elementos comunes que caracterizan al movimiento, tratando de, en lo posible, lograr una homogeneización del movimiento que sintetice “su principal pensamiento”.
Francis Schaeffer propone en su prólogo al libro “Huyendo de la Razón” que quien quiera comunicar el mensaje de Dios a los Hombres no sólo debe saber su lengua, sino aprender “otro idioma”: el de las formas de pensamiento del pueblo con el que hablará a diario. Solamente así establecerá una auténtica comunicación.
Claramente el objetivo de Barth, Brunner, Tillich, y Bultmann por nombrar a algunos, ha sido el de comunicar el mensaje de Dios no sólo en el lenguaje del hombre moderno, sino que no conforme con aquello, han basádose en la filosofía y en las formas de racionalizar del hombre moderno, además de los fines teológicos que cada uno de ellos haya tenido. Es de esta manera que todos en común han desarrollado una Teología Natural y Dialéctica, y aunque de buena fe haya sido su propósito, como dice el crítico Kenneth Hamilton “han sustituido la Palabra de Dios por la palabra del hombre”, y ese ha sido su error.
El resultado de desarrollar una teología natural ha sido principalmente como apunta Schaeffer la utilización de vocablos vagos, indefinidos, que denotan la fuerte influencia del existencialismo secular.
Como hemos mencionado anteriormente que el deseo de “actualizar la teología al lenguaje y a las formas de entender y transmitir el conocimiento del hombre moderno”, ha sido la causa de las nuevas teologías, también lo ha sido ese afán de seguir “las corrientes de este mundo”, de ponernos al día con el mundo, (en aquellos años intelectual y hoy estético) la marca de principios de nuestro siglo.
Si debiéramos definir a la neoortodoxia como concepto, no por su propósito, sino más bien por sus características, sería “la conciliación del liberalismo con la ortodoxia”, esto a la luz de los elementos comunes que la caracterizan y que a continuación presentamos.
Además del tipo de teología que se desarrolló, (como característica de el movimiento) la Neoortodoxia se caracteriza por:
¨ La separación entre Historia y Revelación. Con la implicancia que deja a las escrituras fuera de la relación espacio-tiempo, es decir, la margina de la Historia y la convierte en una Revelación etérea, lejos de toda realidad, lo que en consecuencia la desautoriza ante la conciencia y razón del hombre moderno.
¨ Negación de la resurrección corporal (de Cristo en algunos casos, y en otros de la de los muertos).
¨ La descomposición y olvido de la conceptualización de pecado ortodoxo y tradicionalmente conocida (para Brunner el pecado es el orgullo y la soberbia). Esto es justamente hoy lo que ha venido a deteriorar notablemente la teología cristiana, puesto que si no existe el pecado ¿para qué buscar a Dios? Luego vienen los cuestionamientos a doctrinas del infierno, el cielo, etc.
¨ La aceptación de la crítica formal del liberalismo en cuanto a la no infalibilidad de las escrituras. Este ha venido a ser un tema muy polémico hasta hoy y que seguramente se seguirá discutiendo por largo tiempo. Hay evidencias de errores gramaticales en las escrituras, pero eso no hace que su mensaje sea equivocado ni invalida la palabra de Dios como infalible.
¨ La aceptación de la universalidad de la salvación o la no negación de ella en el caso de Barth, como lo dice: “no tenemos derecho teológico a establecer límites cualesquiera para la misericordia de Dios que se ha manifestado en Jesucristo”...
¨ La enunciación de la subjetividad de la revelación y lo paradójico de esta, dice Barth que es una perpendicular que viene de arriba.
¨ Dios para Barth es el “Totalmente otro”, en abierta oposición al liberalismo que hacía a Dios inmanente al mundo. 2
2.- Harvei Conn, teología contemporánea, traducción de Santiago Escuaín.
Esta situación teológica que si la debemos situar en dos líneas muy generalizadas, después de entender su base estrictamente racional, se entendería en primer lugar : 1) como una no creencia de la Biblia (como la palabra de Dios) o algunos relatos de ella, o un escepticismo generalizado de sus contenidos, de sus mandamientos y promesas; lo que en consecuencia trae la negación de doctrinas elementales de nuestra fe y el socavamiento de los fundamentos de la misma.
2) y la no definición de conceptos doctrinales que constituyen las bases del evangelio, o en su defecto la reconceptualización de los mismos, lo que acarrea un relativismo o no comprensión en cuanto a Dios y la naturaleza de su revelación. Esto hace del evangelio algo vago, relativo, y subjetivo en extremo.
Luego de analizar en parte la neoortodoxia, es necesario al menos mencionar algunos movimientos teológicos posteriores a ella. (resultado directo o indirecto que permite “ver” la magnitud del impacto que causó)
La desmitologización de Bultmann que nombra como mitos los hechos del nuevo testamento y su crítica formal a las escrituras qua las hace aparecer como un simple libro lleno de errores y alejado de la realidad histórica; el movimiento Fundamentalista Estado Unidense que reaccionó frente a estas “herejías” ; la Ética Situacional de John Robinson que sitúa al amor como fin del Evangelio; la Teología de la Esperanza de Jurgen Moltmann que como lo define Conn, Dios no se revela quien es, sino más bien quién será en el futuro, Dios está presente sólo en sus promesas (¿dónde queda su “eternidad pasada”?); la Teología Evolucionista de Pedro Teilhard de Chardín que plantea una evolución no desde, sino hacia Dios, que comienza en un punto alfa ( partículas elementales) y culmina en un punto omega (organismos multicelulares); la famosa y popular Teología de la Liberación de las décadas pasadas, que era un socialismo con matices de cristianismo...
Estos por nombrar a algunos de los muchos movimientos teológicos posteriores a Barth.
Hoy, corresponde echar un vistazo a los tiempos en que vivimos, y que como en el pasado existen movimientos y teologías evangélicas que se alejan de las escrituras, y para seguir nuestro tema de la neoortodoxia trataremos de determinar algunos de los elementos neoortodoxos presentes algunos movimientos evangélicos.
Debemos, para una mejor comprensión de esta parte de nuestro trabajo, mostrar al lector al menos dos conceptos teológicos del siglo pasado que ejercen una enorme influencia en las teologías actuales. Uno es que Dios es “el fundamento del ser mismo” de Tillich, y el otro muy importante por la influencia ejercida es el concepto de “secularización”, teología original de Harvey Cox y John Robinson que afirman que no debe existir diferencia entre la Iglesia y el mundo, porque Dios no es de la Iglesia sino de “este mundo”. También afirman que la prioridad del cristiano debe ser la preocupación de este mundo, minimizan el sobrenaturalismo y pretenden “enterrar” en el olvido al Cristo ontológico y las “realidades” metafísicas. (nótese la influencia de la neoortodoxia respecto ya no al escepticismo de las realidades Bíblicas, más bien el desinterés absoluto de Dios y las escrituras)
Teología del Libertinaje.
Fue así llamada por el Evangelista portorriqueño Jorge Raschke en los ´80, denominaba así a la teología actual que profesan muchas “Iglesias Evangélicas” que afirman que Dios no tiene preocupación alguna por las conductas del hombre en la Tierra, donde no hay diferencia alguna entre un impío y un cristiano. Afirman que la esencia de Dios es fundamentalmente el amor, que Dios ama a “todo el mundo” sin importar ninguna conducta del hombre (y que en parte es cierto para quien viene a las plantas de Cristo), sin siquiera nombrar la obra regeneradora, santificadora y el nuevo nacimiento del creyente, la necesidad de un arrepentimiento verdadero y una conversión al Eterno Dios Omnipotente.
Otros movimientos de la actualidad.
Han aparecido teologías y movimientos en la actualidad que, como en el pasado, se alejan de las escrituras y permiten que su palabra y su mensaje sea más importante que la Palabra de Dios. Se notan elementos neoortodoxos en lo vago de su mensaje y en el escepticismo respecto a la obra de Dios como la operación de milagros sobrenaturales, y lo peor y más preocupante, la indiferencia total o parcial a las escrituras y la suplantación de doctrinas Bíblicas por doctrinas humanas.
Tenemos en América Latina y Los Estados Unidos de Norteamérica, hoy, charlatanes que tienen un Cristo mercantil, y que, siguiendo el materialismo marxista han hecho de Jesucristo un objeto al mejor postor. Otros han hecho del evangelio algo vago y se han constituido simplemente como clubes sociales, donde se reúnen a cantar y tomar un té con galletitas.
Hay grupos “más sofisticados” que han construido, en base a revelaciones, nuevas formas de evangelismo que más pregonan “la nueva religión de la buena onda” que la Palabra eterna e infalible de Dios. Mensajes para depresivos y angustiados como pastillas anímicas les caracterizan, sin contenido bíblico, son grupos como los famosos G12.
Hay nuevos movimientos, seguidores de Cox Y Robinson, que pregonan que no importa como vivamos puesto que la “deuda está pagada” y somos perfectos; se han levantado como en tiempos apostólicos muchos falsos profetas que luchan a diario contra Dios.
¿Qué debemos hacer? Permanecer fieles a la Palabra de Dios y alzar a Dios a la altura que él se merece y tal como es. Poderoso, Santo, Perfecto, Eterno, Infinito e Invariable.
“Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman”... I Tim. 1: 5-7.
Ensayo sobre la neortodoxia y sus implicancias
Reviewed by Anónimo
on
junio 08, 2011
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