El cristiano ha de elevarse de vez en cuando a Dios, por medio de la oración, hacia las regiones más puras de las provisiones de la gracia divina, para poder mantener su vida espiritual. Si se impide a uno de estos animales que alcance la superficie, muere asfixiado; si se impide a un cristiano llegar a Dios, muere por falta de oración.
«Dadme hijos», clamaba Raquel, «o muero». «Dejadme respirar», dice el hombre que se ahoga, «o muero». «Dejadme orar», dice el cristiano, «o muero». Desde que empecé a pedir a Dios bendición sobre mis estudios, dijo el doctor Payson cuando era un estudiante, "he hecho más en una semana que antes en todo un año"-. Lutero, cuando se hallaba más agobiado de trabajo, dijo: «Tengo tanto qué hacer que solamente puedo dedicar tres horas diarias a la oración». Y no solo los teólogos tienen en gran estima y hablan así de la oración; hombres de todos los tipos de vida han dicho lo mismo. El general Havelock se levantaba a las cuatro, si la hora de empezar la marcha eran las seis, para no perder el precioso privilegio de la comunión con Dios antes de emprender las marchas a que obligaba su profesión. Su Matthew Hale decía: «Si descuido orar y leer la Palabra de Dios por la mañana, nada va bien durante el día». Una gran parte de mi tiempo, decía McCheyne, «lo paso afinando mi corazón para la oración. Es el hilo que une la tierra con el cielo».
Una perspectiva comprensiva de este tema nos mostraría que hay nueve elementos que son esenciales para la verdadera oración.
El primero es la adoración; no podemos establecer contacto con Dios en el mismo nivel, hemos de acercarnos a Él como quien está más allá de nuestro alcance y nuestra vista.
El siguiente es la confesión; el pecado ha de ser eliminado. No podemos tener comunión con Dios mientras haya alguna transgresión por nuestra parte. Si hay algo pecaminoso hecho por el hombre, no puede esperar favor hasta haber confesado la falta.
La restitución es otro; hemos de hacer compensación por la falta, siempre que sea posible.
La acción de gracias es el próximo paso; hemos de estar agradecidos a Dios por lo que ha hecho por nosotros ya.
Luego viene el perdón, y después la unidad; y luego, tiene que haber fe.
Bajo esta influencia estaremos preparados para ofrecer nuestras peticiones. Escuchamos gran número de oraciones que no son nada más que exhortaciones; si el individuo que ora no tuviera los ojos cerrados supondríamos que está predicando. Hay también mucha oración que es solo buscar faltas en otros. La esencia,de la oración es petición. Pero con ella y tras ella ha de haber sumisión. Mientras oramos hemos de estar dispuestos a aceptar la voluntad de Dios.
¡Señor qué gran cambio producirá en nosotros el pasar una hora en tu presencia! ¡Qué cargas tan pesadas nos quitará del pecho! ¡Qué refrigerio, cual lluvia en verano! Nos arrodillamos y alrededor todo baja; Y nosotros subimos, y todo, cerca y lejos, se destaca en el nítido horizonte; ¡Débiles al caer de rodillas; fuertes al levantarnos! ¿Por qué, pues, caminamos con los hombros caídos abrumados de cuitas y problemas cuando sería fácil obtener el remedio? ¿Por qué hemos de ser débiles o fríos, angustiados, ansiosos, cuando orando tendremos paz en Ti, gozo, fuerza y valor?
R. TRENCH
_________________________________________________________________________
Por D.L. Moody, extracto de su libro "La oración que prevalece" | www.tronodegracia.com
Moody: Los hombres de Dios son hombres de Oración
Reviewed by S@m
on
diciembre 29, 2012
Rating:

No hay comentarios:
Déjenos su comentario