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La oración secreta - A. N. Martin

La predicación ha caído en un mal tiempo, no solo debido a la falla de los ministros en la aplicación personal de la Palabra de Dios, sino también a la falla en el asunto de la oración privada. En el libro de "Discursos A Mis Estudiantes", un libro que trato de leer periódicamente, Spurgeon dice:

Apenas me parece necesario recomendaros los gratos usos de la oración privada, y sin embargo, no puedo dejar de hacerlo. Para vosotros, como embajadores de Dios, el trono de la gracia tiene una virtud inestimable, mientras más conozcáis la corte celestial, mejor desempeñaréis vuestra misión celestial. Entre todas las influencias formativas que tienden a hacer a un hombre favorecido de Dios en el ministerio, no conozco ninguna más eficaz que su familiaridad con el trono de la gracia. Todo lo que un curso universitario puede hacer por un alumno es rudimentario y externo, comparado con el culto espiritual y delicado obtenido a través de la comunión con Dios. Mientras el ministro no formado está girando en la rueda de la preparación, la oración es el instrumento del gran alfarero por medio de la cual El moldea la vasija. Todas nuestras bibliotecas y cuartos de estudio son vacíos, en comparación v el aposento secreto. Es allí donde crecemos donde nos hacemos fuertes y donde prevalecemos, en la oración secreta.

La oración os auxiliará de un modo singular en la predicación de vuestro sermón; ninguna otra cosa puede poneros tan gloriosamente en aptitud de predicar, como acabando de descender fresco del monte de la comunión con Dios, habláis con los hombres. Nadie está tan preparado para hablar a los hombres, como quien ha estado luchando con Dios en favor de ellos. De Joseph Allcine se dice: "Derramaba su corazón en la oración y en la predicación. Sus súplicas y exhortaciones eran tan amorosas, tan llenas de santo celo, de vida y de vigor, que sus oyentes eran completamente vencidos por ellas. Se enternecía tanto por ellos, que deshelaba, ablandaba y a veces derretía los corazones más endurecidos." De la manera humana, la oración no os hará más elocuentes, pero os hará elocuentes en verdad, porque hablaréis desde el corazón. ¿Y acaso no es este el verdadero significado de la palabra elocuencia? La oración hará descender fuego del cielo sobre vuestros sacrificios, haciéndolos de este modo aceptables al Señor.

Así como durante la preparación del sermón, con frecuencia brotan abundantes pensamientos en respuesta a nuestras oraciones, así también pasará durante la predicación. Muchos de los predicadores que dependen continuamente del Espíritu de Dios testificarán que sus mejores y más vivos pensamientos no son los que fueron premeditados, sino los que venían a ellos como traídos por alas de ángeles; eran tesoros inesperados traídos repentinamente por manos celestiales, eran como semillas de las flores del paraíso arrastradas por el viento, provenientes de los montes de mirra. Cuando los rayos divinos vienen sobre los siervos de Dios, todas sus facultades mentales son aumentadas, su poder de expresión y su capacidad de sentir la verdad de Dios son incrementados más allá de su capacidad natural. Cuando es vestido por el Espíritu, se convierte en otro hombre. El Espíritu en una manera que resulta un misterio para nosotros, es derramado en respuesta a la oración. La promesa de nuestro Señor nunca se ha negado: "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Luc,2:13). 

Como Pablo declara en Filipenses 1:19: "Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación". Es en el contexto de la oración secreta que las verdades eternas, a las cuales damos constante asentimiento mental, se convierten en realidades vivientes.

Encuentro que a menudo (y esto es a la vez una confesión y una exhortación) mis propias palabras me regañan cuando predico, y puedo decir la palabra "infierno" sin sentir el horror de este lugar al mismo tiempo; cuando puedo hablar del cielo sin ser calentado por sus rayos santos, a la luz de que ese es el lugar que mi Señor Jesucristo está preparando para mí. Veo que no hay respuesta para este problema, sino el meditar largamente sobre los pasajes que hablan de estas realidades espirituales, y pedir a Dios el Espíritu Santo que se hagan arder dentro de mi corazón. Ruego a Dios que haga real para mí el hecho de que muchas de las personas que veo a mi alrededor podrían oír estas terribles palabras: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno" (Mat.25:41). Debo rogar a Dios que haga real para mí el hecho de que muchas de las gentes cuyas voces me dicen, "Gracias, pastor, por su sermón," podrán ser las mismas que un día en forma totalmente diferente, estarán llorando y gimiendo en la condenación. Debo pedir a Dios que me ayude a creer estas cosas, que me ayude a predicarlas de tal manera que otros conozcan que yo verdaderamente creo en ellas. La verdad que ardía e hizo impacto en el día domingo, puede ser hielo frío para el lunes. La verdad que ardía e impresionaba en la preparación del sábado, puede quedarse sin vida para el domingo. La verdad recibida en el crisol de la oración, solo se puede mantener con su calor cuando se entrega en la misma manera. Si yo leo correctamente las biografías de los grandes hombres de Dios, encuentro que éste fue su unánime testimonio. Todos están de acuerdo en declarar que si hubo alguna clave en sus ministerios, fue ésta: el hombre mismo, el hombre cultivando su vida interior en la presencia de Dios. Por lo tanto, en este tema que hemos considerado acerca de lo que está mal en la predicación de hoy en día, yo pongo a su consideración que ésta es la raíz del problema. 

¿Cómo podrían jamás los hombres enseñar algunas de las cosas que enseñan en el nombre de la ortodoxia, si ellos realmente estuvieran sobre sus rodillas escudriñando las Escrituras? No, ellos no se han puesto de rodillas a escudriñar las Escrituras, y por lo tanto simplemente parlotean lo que sus contemporáneos han dicho. ¿Cómo podemos nosotros, si decimos creer en las doctrinas bíblicas, hablar de ellas en una manera tan superficial, si estamos recibiendo estas verdades de Dios en el contexto de una comunión viva con El? Hablaremos de ellas con el brillo y el fuego celestial sobre nuestras almas, si estamos recibiéndolas en el fulgor de Su presencia. Por lo tanto, el problema de la predicación hoy en día se encuentra en el hombre que predica, en primer lugar en el área de su vida de devoción personal.
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Por A. N. Martin, extracto del libro "Qué está fallando con la predicación de hoy"
La oración secreta - A. N. Martin La oración secreta - A. N. Martin Reviewed by S@m on diciembre 28, 2012 Rating: 5

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