Por David Wilkerson
Hermanos y hermanas – ésta es la GENERACIÓN TIBIA. Usted no necesita ser un teólogo para comprender que hemos llegado a la era de Laodicea de la cual Jesús profetizó que surgiría en los últimos días. Simplemente compare lo que Jesús dijo acerca de la iglesia tibia de Laodicea con la que hoy en día es llamada la Iglesia de Jesucristo. Jesús advierte que es mejor que el que tiene oídos oiga lo que el Espíritu Santo está diciendo acerca de este sistema religioso.
Jesús claramente advirtió que una iglesia surgiría en los últimos días de esta civilización, la cual se jactaría de ser rica, creciente y aumentando en miembros, y autosuficiente. En otras palabras, una iglesia con gran influencia, adquiriendo reconocimiento y poder, y la cual rechazaría toda corrección o escrutinio.
Jesús dijo de esta iglesia, "Tú dices… yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad…" (Ap. 3:17). Cuán triste es que esta iglesia en particular, arrogante y jactanciosa, sea anunciada por cristianos con poco discernimiento como la gloriosa iglesia de poder y dominio de los últimos días y que controlará el mundo haciendo que Jesús regrese como Rey. ¡Esta es la mentira de Laodicea! Un alma querida escribió lo siguiente, “¿No se da cuenta, señor, que nuestro próximo presidente será un hombre lleno del Espíritu y que habla en lenguas? ¿No sabe usted que todos estos proyectos de construcción de grandes edificios por evangelistas, son ordenados por Dios? El Señor está entrenando líderes, desarrollando grandes proyectos para que ellos se puedan colocar en posiciones en el gobierno, habiendo aprendido todo acerca de altos financiamientos y construcción. La iglesia va a tomar posesión del gobierno – líderes llenos del Espíritu van a hacer las leyes, quitando aborto, pornografía y crimen. Dios ha levantado una iglesia poderosa para tomar el dominio ahora”.
El elemento principal del concepto de "El Reino de Dios sobre la tierra" es aquél de un gobierno perfectamente justo, abarcando a todas las naciones; bajo este gobierno cesarán toda injusticia, opresión y lucha, los males de la pobreza no serán más conocidos, y todos los hombres habitarán en paz y prosperidad como hermanos.
Lo que me alarma es que muchos fundamentalistas ahora están compartiendo ideas similares tipo Pollyanna acerca de la función de la iglesia americana moderna. Me parece que se están jactando demasiado, “¡Hemos llegado! Tenemos de treinta a cuarenta millones de evangélicos. Tenemos líderes simpáticos, populares y con mucha facilidad de palabra. Tenemos el dinero, la capacidad, la experiencia y un número creciente de miembros que se unirán a nosotros -- ¡tomemos el dominio!”.
He oído a pastores de grandes iglesias carismáticas jactarse, "Voy a construir la iglesia más grande de América, porque los números significan poder, influencia. Debemos tener una iglesia lo suficientemente grande y poderosa para que pueda aplicar con fuerza la moralidad y la voluntad de Dios en nuestra nación y en nuestras comunidades." ¡Así es de descarada y orgullosa!
Esta iglesia orgullosa, rica y arrogante ahora codicia poder. No el poder de Dios – sino el poder político. Ambiciona la Casa Blanca, el Congreso y la Corte Suprema. Puesto que hemos fracasado en traer un avivamiento de arrepentimiento semejante al de Jonás y un cambio en los corazones de los hombres; tomaremos, según algunos, los reinos del gobierno y legislaremos justicia.
Suena tan piadoso, tan espiritual y vital. Así como Israel, mucho del pueblo de Dios está clamando por un púlpito Imperial – con un líder espiritual quien desarraigará los fuertes poderes del mal y establecerá un nuevo sistema moral. El dedo acusador de la voz profética y el atalaya gimiente están para ser reemplazados por la refinada pluma de congresistas cristianos decretando leyes morales.
Aunque usted no lo crea, esta es la iglesia que Dios va a vomitar de su boca.
Dios no está impresionado en lo más mínimo con esta iglesia que tiene una estima hinchado de sí misma. La iglesia tibia de Laodicea no está destinada a dominar, ni a tener poder o autoridad de ninguna clase. ¡Está destinada a juicio! Es la peor clase de ceguera espiritual alinearse con aquellos que presumen que la iglesia americana moderna, carismática u otra, se enfrenta a su mejor época. Qué falta tan increíble de discernimiento espiritual. Yo, por mi parte, debo alinearme con lo que Jesús dijo de la iglesia de los últimos días.
Jesús arranca la máscara y expone la verdad acerca de la iglesia de Laodicea. No es lo que piensa que es – no es lo que dice que es. No es rica -- ¡es pobre! No va en aumento – ¡es despreciable y a punto de ser cortada para siempre! No es fuerte y sin necesidad de nada – ¡está desnuda y avergonzada! No es una iglesia con nueva revelación y conocimiento profundo de las Escrituras -- ¡Jesús dijo que ESTA CIEGA! No va a ser el vehículo del dominio de Cristo sobre la tierra, sino más bien el objeto de su ira y aborrecimiento.
La iglesia de Dios es un remanente triunfante, despreciado y perseguido.
Usted puede estar seguro de que Dios tiene su pueblo en estos días finales, pero son un remanente despreciado, santo y separado. Estas personas santas del remanente caminan en la luz y disfrutan de gran discernimiento espiritual. Ellos ven la moderna iglesia de Laodicea a través de los ojos de Jesús y no van a ser engañados por el esplendor, grandeza o pompa de la religión popular. La verdadera iglesia es invisible; existe en ella un gran arrepentimiento; anhela el regreso de Cristo, el Amado.
La verdadera iglesia no puede disfrutar del favor y buena voluntad del mundo. ¿Creemos y temblamos ante la Palabra de Dios o no? ¿Cuándo vamos a enfrentar lo que Jesús dijo que les esperaba a los que se negaban a sí mismos, tomaban su cruz y le seguían? Jesús dijo, “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Jn. 15:18-21).
Hablando de lo que les pasará a los santos en los últimos días, Jesús dijo, “Os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre” (Lc. 21:12).
Jesús continuó advirtiéndoles acerca de traición, y “… matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre” (Lc. 21:16-17).
Pablo declara enfáticamente, “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Ti. 3:12).
Es absolutamente imposible para la iglesia verdadera, o cualquiera de sus líderes, ser aprobados o aceptados por el mundo. Un hombre piadoso, una iglesia piadosa será perseguida y difamada por el mundo, por sus reyes y sus gobernantes. Jesús no va a permitir ninguna excepción a esta regla – ya que advirtió, “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! Porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Lc. 6:26).
¡Ay de esta iglesia de Laodicea y sus aspiraciones políticas! Si el mundo los acepta, sólo puede ser el resultado de quitar la afrenta de la cruz. Por casi dos mil años la iglesia de Jesucristo ha sido rechazada y perseguida por el mundo. La sangre de millones de mártires rechazados clama desde la tierra. Por siglos, hombres y mujeres de Dios guiados por el Espíritu han sido quemados en la hoguera, aserrados, perseguidos y cazados como animales. Santos piadosos fueron decapitados; otros fueron ahogados; muchos fueron arrojados a los leones. La Biblia dice que todos murieron en fe y que el mundo no era digno de ellos. ¿Tengo ahora que creer que Jesús ha cambiado de parecer y ha decidido cerrar las edades con una iglesia tibia, rica, mimada, jactanciosa, egocéntrica? ¿Acaso el último ejército de Dios estará formado por promotores políticos en busca de votos? ¿Acaso los ganadores de almas serán reemplazados por solicitantes yendo a las carreteras y a los caminos buscando firmas para alguna causa social?
¡La gran preocupación de Dios es con la iglesia que se dice ser bautizada por el Espíritu!
Hace mucho tiempo que la iglesia muerta, fría y liberal ha sido abandonada a sus caminos pecaminosos – no es la principal preocupación de Dios en estos últimos días. Hay denominaciones completas que se han vuelto paganas – el Espíritu de Dios las dejó hace muchos años. Pero el enfoque de Dios está, tanto en las iglesias evangélicas y carismáticas, en los compañerismos y ministerios organizados como en los no organizados. Es del cuerpo de creyentes carismáticos de donde ha salido toda la predicación de la prosperidad. Aquellos que se dicen ser bautizados y guiados por el Espíritu Santo, son los que andan diciendo: “Dios te quiere rico, lleno de bienes y autosuficiente en todas las cosas.” Es de este cuerpo que las nuevas doctrinas del dominio de la tierra han nacido.
He sido un predicador carismático por más de 30 años y puedo decir con Pablo: “Hablo en lenguas más que todos vosotros.” Pero me aflijo por las seducciones y falsas doctrinas que están ahora barriendo con tantos creyentes carismáticos faltos de discernimiento. Multitudes de ellos están siendo engañados, acribillados, estafados y arrastrados por doctrinas de demonios.
Lo que Dios lamenta es LA MEZCLA siendo introducida en círculos carismáticos. Mezcla es sinónimo de tibieza. Usted encuentra esta mezcla dondequiera que mire en estos días. Asista a un, así llamado, concierto de rock cristiano por ejemplo. Qué mezcla tan increíble. Casi siempre empiezan diciendo, “Estamos aquí sólo para ministrar a Jesús – para glorificarlo.” Escuchará una dulce plática acerca de santidad, arrepentimiento y de renunciar a todo por Jesús. Luego, de repente el espíritu de Elvis Presley parece que cae sobre ellos y son transformados enfrente de sus ojos en rockeros apasionados, descarados, sensuales rockeros endurecidos. Antes que el evento termine, los oirá jactarse, “Vamos a llevar a Jesús a donde la iglesia nunca va. ¡Dentro de bares, conciertos seculares, MTV programa de música en televisión! Estamos orando para que Dios nos dé el oído del mundo. Queremos llegar a la misma multitud que llega el mundo.”
Si voy a creer lo que Jesús dijo – les serian lanzados tomates y serian corridos del escenario por esa gentuza del mundo – eso es, si realmente ministraran en el Espíritu. Entre más canten para Jesús, más serán odiados y despreciados. Los cantantes del evangelio que son alabados y aceptados por el mundo, han perdido la presencia de Jesús – la misma causa del rechazo. El evangelio de Jesucristo es una ofensa al judío y locura al gentil.
La mentira de Laodicea incluye él rechazo al repentino e inminente regreso de Cristo.
¿Puede usted creer lo que están predicando ahora? Ellos están diciendo: “Jesús no puede venir, sino hasta que dominemos el mundo. El no puede venir hasta que tomemos el dominio y lo traigamos de regreso a un mundo al cual hemos traído a sumisión.” Se burlan de un repentino e inminente regreso de Cristo. Jesús dice que un “siervo malo” es el que dice en su corazón, “Mi Señor tarda en venir” (Mt. 24:48).
Este tipo de enseñanza es el resultado directo del decaimiento espiritual, tibieza y cansancio de cargar la cruz. Cuándo el amor por Jesús está encendido, hay un anhelo por su pronto regreso – hay un anhelo “¡de estar con él, de contemplar su gloria!” Pero ahora, como el pecado abunda, el amor de muchos se ha enfriado; el sacrificio propio y la negación de sí mismo son repudiados; y la iglesia corre en busca del honor y el poder de este mundo.
Ahora se mofan en la idea de que los creyentes serán “transformados en un abrir y cerrar de ojos” (1 Co. 15:51-52). Han colocado la venida del Señor en un futuro remoto y su principal preocupación no es lo que Cristo está haciendo, sino lo que la iglesia está haciendo. El interés actual no es interno, sino externo – alcanzar más miembros, crecer en influencia y establecer un reino terrenal.
Jesús dijo: “He aquí yo vengo pronto” (Ap. 22:12). Pablo escribió: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche… Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” (1 Tes. 5:2-4). Pedro también confirmó el regreso repentino del Señor: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche” (2 Pe. 3:10).
Jesús le advirtió a la iglesia de Sardis que fueran vigilantes y expectantes – y que se arrepintieran o serían tomados por sorpresa. “Guárdalo y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Ap. 3:1-3).
¿Por qué debe velar cualquier cristiano y estar alerta si la venida de Cristo ha sido pospuesta para alguna hora lejana? Vamos a creer en predicadores modernos y tibios, o vamos a descansar nuestra fe en lo que Jesús dijo, “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mt. 24:44).
Jesús nos advirtió, “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora” (Mt. 25:13). Esa es la manera en la que los cristianos apostólicos del Nuevo Testamento vivían en el primer siglo. Compartían el deseo intenso de Pablo de “partir y estar con el Señor.” Estaban ocupados haciendo la obra del Señor, ocupados y obedeciendo sus mandamientos – pero así como Abraham, buscaban una ciudad cuyo constructor y creador es Dios.
Los predicadores de la doctrina del reino y del dominio espiritualizan todo lo que tenga que ver con el pronto regreso de Cristo. ¿Pero cómo se espiritualiza el mandamiento de Jesús tan práctico: “Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (Mc. 13:35-37)?
La corona de justicia que el Juez dará en aquel día está reservada sólo para “LOS QUE AMAN SU VENIDA” (2 Tim. 4:8). Yo le pregunto a usted, ¿anticipa su pronto regreso? ¿Lo anhela? ¿Es su regreso por sus escogidos todavía su esperanza? Lo era para Pablo quien escribió: “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).
Las últimas palabras de Jesús en la Biblia son: “Ciertamente vengo en breve” (Ap. 22:20). El Espíritu y la Esposa dicen: “Ven” (Ap. 22:17). ¿Qué dice usted? ¿Quién cree usted que está poniendo dudas en la mente de la novia acerca del regreso de su Amado? ¿Quién es ese que busca tener su mente atada con cosas del mundo – enfocada no en la gloria de Cristo, sino en su propio dominio y lugar en este mundo? ¿Quién haría a la novia sentirse como viuda desamparada – abandonada por su Novio porque todavía no está lista y dominante? Ciertamente no el Espíritu Santo – porque el Espíritu clama, “¡Sí, Señor Jesús, ven pronto!”
¿Acaso el Señor ha mandado a su iglesia a que posponga su venida y en su lugar establezca un reino terrenal de justicia – o el nos ha mandado a poner aceite en nuestras lámparas, despertar y alistarnos en cualquier momento para su regreso? ¡Deje de que la Palabra conteste eso! “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran enseguida” (Lc. 12:35-36). Luego Cristo añadió estas palabras: “Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando” (Lc. 12:37). ¿Para qué velar, para qué estar alertas, para qué ceñir los lomos, para qué estar listos, para qué buscarlo, si la venida de Cristo está pospuesta al futuro remoto, esperando las acciones militantes de la iglesia?
El Señor sabía lo que pasaría con la iglesia cuando fue dicho: “El Señor retarda su venida.” Habría negligencia; habría gente comiendo y bebiendo, borrachera, no habría una urgencia de prepararse. “Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzara a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y a beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes…” (Lc. 12:45-47).
Tal ignorancia de su condición espiritual real es posible para la iglesia sólo cuando el Espíritu Santo ha sido contristado y su voz silenciada. Si el Espíritu de Dios no puede hablar, ellos fomentan sus propios engaños y se obsesionan con orgullo y se vuelven arrogantes y jactanciosos cuando los juicios de Dios están a punto de estallar.
Gracias a Dios, hay un remanente santificado, separado, escuchando la voz del Espíritu Santo, y no pueden ser engañados o encontrados desprevenidos. Son los atalayas que han detectado los desvíos del enemigo; son valientes para exponer las enmascaradas doctrinas de demonios. Aquellos que oyen lo que el Espíritu está diciendo, saben lo que el Señor está a punto de hacer. Ellos ven la tormenta formándose – oyen el trueno avecinándose – saben que Dios ya está juzgando Su casa y su nación en particular.
La iglesia de Laodicea se ha elegido a sí misma, sin ninguna guía del Espíritu Santo, no para alumbrar al mundo, sino para dominarlo. Se ha convertido en la maestra de mentiras más grande del universo. Está confiada en su propia fuerza y sabiduría, mientras mezcla falsedades anticristo con la verdad del evangelio. Ella ha decidido derribar la gran distinción que Cristo estableció entre la iglesia y el mundo.
Debemos aferrarnos al concepto apostólico del reino de Cristo.
Los apóstoles vieron en la persona sobrenatural del Rey, una sombra de la grandeza y gloria de su reino (2 Pe. 1:16). Como el Hijo de Dios encarnado, y teniendo toda potestad en el cielo y en la tierra, su reino sobre la tierra no podía compararse con otros reinos terrenales. Su símbolo era la Santa Ciudad, que descendería desde el cielo proveniente de Dios. Y, como el Rey era un hombre que había resucitado de los muertos y llegado a ser inmortal, así podía ser el gobernante perfecto de parte de Dios a través de todas las edades, así serán también todos aquellos que le ayudarán en la administración de su gobierno. Sus reyes y sacerdotes deben ser hechos semejantes a Él; solamente bajo este tipo de gobierno celestial podrá establecerse un orden social perfecto, y todas las naciones habitarán en paz bajo Su reinado.
Los apóstoles siempre distinguieron claramente entre la acción sacerdotal actual del Señor en el cielo que comenzó con su ascensión, y su futura función como Rey aquí en la tierra. Él ha ido al Padre para ser el gran Sumo Sacerdote, siempre intercediendo en el Lugar Santísimo. Cuando esta obra de intercesión sea terminada, y la iglesia, Su cuerpo, sea reunido y perfeccionado, entonces y sólo entonces vendrá para sentarse sobre el trono de su gloria y así comenzar Su obra como Juez y Rey (Mt. 25:31). En el momento de su ascensión, fue investido de toda autoridad; sin embargo, la ejecución presente de ella es providencial e invisible. Ahora mismo, Su autoridad es suprema – aunque el mundo todavía no lo conoce ni lo reconoce como Rey. La esfera de Su gobierno visible está actualmente en la iglesia misma, donde Su voluntad es dada a conocer por el Espíritu al escoger a Sus ministros, y a Su completa administración.
Hasta que Él regrese y tome el reino, será su gobierno sobre las naciones revelado, y todos los gobernantes humanos lo reconocen a Él como la fuente de Su autoridad. Entonces, Él “toma para Sí mismo gran poder, y reina.” Hasta ese tiempo, la iglesia deberá estar en el mundo, así como Él lo estuvo, Sus derechos divinos no han sido reconocidos, sino rechazados y expuestos a la enemistad y reproche. La iglesia no puede reinar con Él, hasta que Él venga a establecer Su reino.
Ese es el concepto apostólico del reino de Cristo. Esto difiere en gran manera con aquellos que enseñan que Cristo comisionó a la iglesia para que administrara el reino en su ausencia, y traer a todas las naciones a su obediencia – para traerlo de regreso como rey a un mundo en el que todos los enemigos ya están puestos debajo de sus pies. Ellos enseñan que Cristo puede regresar, sólo después que todas las naciones crean en Él, y justicia y paz llenen la tierra. Esto es un alejamiento radical de lo que los apóstoles enseñaron.
Roma desarrolló totalmente esta doctrina de dominio, siglos atrás. Fue formulado por Agustín en su “Ciudad de Dios.” Entonces la iglesia empezó a reclamar que habían de gobernar a favor de Cristo en su ausencia. Llevaron la enseñanza hasta su lógica conclusión, asegurando la absoluta supremacía de su obispo – el Papa.
Cuándo el primer amor se enfría y el regreso del Señor está retrasado indefinidamente, los de Laodicea se cansan de cargar la cruz y empiezan a preguntar, “¿No son estas palabras descorazonadoras del Señor y los apóstoles, limitadas a sus propios días? ¿Acaso ha de continuar esta hostilidad del mundo hacia la iglesia hasta el final? ¿Cómo puede ser esto conforme a Su misión divina y a Su evangelio de amor? ¿Acaso Él no ha dicho que el evangelio debe ser la levadura fermentando la comida, y como la semilla de mostaza convirtiéndose en un árbol? ¿Acaso Él no ha dicho que “todo el poder es ahora mío”? ¿No se llama a Sí mismo “El Príncipe de los reyes de la tierra?” ¿No debe el hombre fuerte, Satanás, ser atado antes de que nosotros podamos saquear sus bienes?” Y cuando en el cuarto siglo, Constantino, el emperador romano, se convirtió en un creyente y el cristianismo tenía el poder imperial tras él, llegó a ser casi la creencia universal que el día de sufrimiento y persecución había pasado. De todas las bases cristianas se levantó un clamor de júbilo, “¡Satanás está atado; el día de triunfo ha llegado; Cristo está reinando a través de Su iglesia!” Ahora las profecías pueden cumplirse: “Todas las naciones vendrán a Su luz, y los reyes al resplandor de Su nacimiento.” ¡Qué engaño resultó ser!
¡Los de Laodicea no reconocen a Satanás como dios de este mundo!
Existe una negación práctica del poder de Satanás como “el príncipe de este mundo.” Ellos no pueden negar su existencia, ya que ha sido muy claramente testificado por el Señor y sus apóstoles. Tampoco pueden decir que su poder ha sido destruido y que ya no es temible. Pablo lo llamó “el dios de este mundo” (2 Co. 4:4), y Juan dijo, “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19). En Apocalipsis 12:3, aparece bajo el símbolo del dragón, como el enemigo activo de Dios y de su Cristo, y esto durará hasta la derrota del anticristo, hasta que él sea atado (Ap. 19:20). Pero a pesar de todas estas declaraciones claras y el reconocimiento continuo de varias formas de actividad satánica en individuos, los de Laodicea ahora dicen, “Satanás ya no reina; está atado; no puede ofrecer oposición efectiva alguna a nuestra unidad o a nuestra actividad misionera ni va a impedir que nosotros establezcamos el reino.”
Hay muy poco acuerdo en lo que respecta al tiempo en que fue atado. Ellos argumentan, “¿Cómo puede establecerse el reino de Dios mientras Satanás y sus ángeles todavía tienen su poder en la tierra?”
Creyendo que ya no están expuestos a los ataques de este sutil y poderoso adversario, no ven necesidad de estar alertas en forma especial. Estando el hombre fuerte atado, la iglesia puede apoderarse de los bienes de éste; estando expulsado de la tierra, la iglesia ahora puede tomar posesión de ella. ¡Qué perversión tan sutil de la verdad!
Con increíble arrogancia, se jactan que sus obispos hasta pueden tomar sus lugares entre los príncipes de la tierra. La iglesia deja de ser peregrina y extranjera, ella es la novia del Gobernante en el cielo, exaltado para sentarse con Él en Su trono, el mundo debe estar sujeto a ella y por lo tanto todas las distinciones y honores pertenecen a sus lideres como los nobles del Rey. ¡Que arrogancia!
¡El reino de Cristo nunca ha sido--y nunca será-- “de este mundo!”
Jesús dijo: “Mi Reino no es de este mundo... mi Reino no es de aquí.” (Jn. 18:36). Eso es suficiente para mí, como debe serlo para todos los creyentes que tiemblan ante Su Palabra.
En cuanto a mí concierne, prefiero estar sentado con Cristo en lugares celestiales, y estar entre aquellos sobre los cuales Enoc profetizo, “Vino el Señor con sus santas decenas de millares.” (Judas 14).
Los de Laodicea pueden quedarse con este mundo presente y todos sus reinos y su gloria. Esta destinada a quemarse, según Pedro. “Pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados par el fuego, en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.” (2 Pedro 3:7). Puede estar mas claro? “la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” (2 Pedro 3:10). Que la iglesia vencedora proclame con Pedro, “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” *2 Pedro 3:13).
Iglesia de Jesucristo – ¡qué ningún hombre te engañe concerniente al regreso de nuestro Señor! Obtiene consuelo de la promesa de nuestro Señor: “El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tes. 4:16-18).
La mentira de Laodicea
Reviewed by Anónimo
on
julio 04, 2010
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