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BORRAR


Por Jafet Abello.

"Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo para seguir un evangelio diferente" (Gálatas 1.6).

Asombra ver la cantidad de evangélicos que llenan los templos domingo a domingo en nuestro país. La fe, lejos de ser lo que debiera ser, se ha convertido en muchos casos en algo que es cualquier cosa menos el evangelio de Cristo.


Debemos decir que según la idea que nos hayamos hecho de Dios es lo que seremos o la práctica
del evangelio que tendremos  día a día. Hay premisas que todos conocemos y que, no obstante, debiendo ser comunes en nuestra vida, no lo son. Se imponen modelos absolutamente divorciados de la palabra de Dios que dicen ser el evangelio de Cristo y no lo son.
Hay puntos básicos que conforman la esencia de lo que es la Iglesia y de eso debemos partir. El evangelio es la buena nueva de salvación a los hombres a través de la Redención lograda por Jesucristo en la vergonzosa cruz. Jesús muere por los pecadores, que merecen la muerte a causa de sus pecados, en lugar de los pecadores; consuma con su muerte la expiación del pecado y garantiza a través de su resurrección la vida eterna y posterior resurrección de los muertos en Cristo. La salvación es por gracia (algo gratuito e inmerecido) y por la sola fe. Eso lo entendemos todos los que somos cristianos. El que no crea eso, no es cristiano, no es evangélico. Hay en efecto muchas llamadas iglesias evangélicas que no predican este mensaje central de la Palabra de Dios y aunque canten lindo, no son iglesias cristianas.
Melanchton, discípulo de Lutero, sugirió a raíz de las controversias por la teología luterana que existen doctrinas centrales y periféricas. Las iglesias norteamericanas reaccionando frente al liberalismo teológico sugirieron 5 doctrinas fundamentales que hacen que una iglesia sea cristiana, las que podemos llamar centrales, a saber: 1) la infalibilidad de las escrituras, 2) la Divinidad de Jesucristo, 3) el nacimiento virginal de Cristo, 4) el sacrificio vicario y expiatorio de Cristo y 5) su Resurrección física y Segunda Venida. Cualquier iglesia que se quiera llamar cristiana evangélica debe sostener estos elementos. Muchos predican hoy sobre clases de economía, dinero, prosperidad, éxito, entretención, sobre la familia feliz, las formas de ser asertivo y proactivo y un sin fin de contenidos que no son palabra de Dios, son palabras de hombres. Si una iglesia no predica la palabra de Dios es cualquier cosa menos iglesia, puede ser un club social. Si no cree los puntos enunciados anteriormente y no los predica, no es una iglesia, es un club de gente buena onda.

Ahora bien, si el evangelio fuese solo teología, no sería un evangelio genuino, sería un evangelio miserablemente intelectual que no afectaría en nada la vida de las personas.
En el campo moral o ético es donde se centra lo que algunos gustan llamar práctico del evangelio. Es aquí donde tienen profundo impacto las enseñanzas de Cristo y de los apóstoles y profetas sobre la vida en comunidad, sobre la regulación de la vida en matrimonio y en familia; sobre el adulterio, el divorcio, la idolatría, la hechicería, las borracheras y todo tipo de prácticas paganas que, se supone, no deben ser parte de los creyentes y discípulos de Cristo que han abandonado su pasada vida para andar en una nueva vida, de temor a Dios y santidad.

Aquí es donde aparece la dificultad de ser cristiano. Es difícil y cuesta mucho amar a los enemigos, orar por quienes nos desean el mal, perdonar 70 veces 7, llevar la cruz de Cristo cada día, etc. Esto es lo difícil del evangelio y es donde se produce el impacto del evangelio no solamente en quienes experimentan el evangelio, sino también en quienes son testigos de lo que practican quienes dicen ser cristianos.

Es aquí también donde se polarizan dos tipos de prácticas inapropiadas. Una es de una extrema sencillez y veneración de la ignorancia y exaltación de un amor tan amoroso que no juzga nada ni siquiera aun cuando la palabra de Dios señala algunas cosas como pecado. Estos son esos que ignoran las escrituras y el poder de Dios. Hombres que pretenden enseñar de las escrituras sin haber leído siquiera alguna vez la Biblia completamente, sin saber ni lo que hablan ni lo que afirman. Son los que hacen del evangelio una suerte de hospital en que deben vivir todos los enfermos, con sus enfermedades. Es cierto que el médico vino a los enfermos, pero no para que lo sigan siendo, sino para que se sanen. Dios vino a los pecadores, no para condenarlos, sino para que sean salvos y se salven del infierno y de su pecado, que se arrepientan.

La otra práctica inapropiada es de aquellos hombres tan santos y tan inmaculados e intachables (¡qué mentirosos son si el único santo y puro es Jesucristo y todos los hombres, según lo declaran las escrituras , son pecadores!(I Tim 1:15). Esos hombres son los que se creen santos y se juzgan a sí mismos como justos y santos y se olvidan que es Dios el juez de todos. Esos mismos fariseos hipócritas son los que condenan a los pecadores aun cuando Dios no los condena. Le cierran las puertas del Reino de los Cielos a quienes buscan misericordia porque consideran que esos hombres que son pecadores: prostitutas, ladrones, alcohólicos, no merecen ser parte del reino de Dios. Son muy picantes para entrar a las iglesias, son parias de  la sociedad, qué miserables se han vuelto olvidando que a lo menospreciado y vil de este mundo vino Dios.

Si alguien se cree cristiano es esencialmente este el evangelio que debe predicar, y no otro. Predicar el evangelio es algo sencillo cuando se conocen las escrituras y el sentido de lo que ellas nos revelan de Dios y Cristo. pero no, muchos se han alejado de la Palabra de Dios, y otros, de las prácticas verdaderamente cristianas haciéndose a sí mismos infalibles e inmaculados. ¡qué farsantes se han vuelto!

Si me preguntan si estoy en contra de ellos y sus prácticas, sí es la respuesta. Cualquiera que se aparte un milímetro de las escrituras y de las principales enseñanzas cristianas ha dejado de predicar por antonomasia el evangelio de Cristo, y de esos, hay muchos. Despierten hermanos, abran sus ojos y pongan "el colador" ante las enseñanzas de los maestros y ante las prácticas de líderes que dicen representar a Cristo y realmente solo representan sus propios intereses y sus anhelos mercantiles e imperialistas. De esos que buscan defender una posición que creen, les pertenece, y se olvidan que son tan pecadores como todos y que no son dueños de la religión ni del evangelio, porque el único que murió en la cruz por los pecadores tiene solo un nombre que es sobre todo nombre: Jesucristo, el Salvador. A él honra y gloria por siempre!!!

BORRAR BORRAR Reviewed by Anónimo on julio 02, 2011 Rating: 5

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