
Por Jafet Abello.
A pesar de llevar más de 150 años marcando presencia evangélica en el país, muchos políticos e "intelectuales" pretenden aún ignorar y denostar a las iglesias evangélicas de nuestro país. Acusados de ignorantes y denostados por parte de quienes también son evangélicos, como son luteranos (yo oí eso, y por eso lo comento), han querido por largos años darnos migajas y silenciarnos en cuanto esté a su alcance.
Sin embargo lo que no han oído y deben saber, es que no somos esa masa de ignorantes que pretenden hacer pensar a la sociedad que somos, y que, aún más importante, tenemos una palabra que entregarle a la sociedad y que no es un vacuo llamado a la paz y al amor; al cese a las guerras y a la no discriminación; el cristianismo (para quienes nos acusan de ser una masa de imbéciles) tiene un profundo sentido ético y moral, un sentido de trascendencia, personalización y humanitarismo que ha impactado y dejado su huella en todos los países en que ha penetrado el evangelio, y lo que, es aun más importante: llamar al mundo a reconciliarse con Dios porque todos nosotros, hombres miserables y pecadores, tenemos que reconciliarnos con Dios de nuestra separación que han producido nuestros pecados.
Si después de Kant el gnosticismo se alzó como la gran alternativa de no creer en nada divino para la "elite" intelectual y se denostó durante todo el siglo XX a quienes creen rzonablemente en Dios (no demostrable como sugeriría el método científico) y se ha llegado a señalar a quienes pretender vivir una vida cristiana con todas las implicancias éticas y morales que conlleva como es el no permitir la unión de homosexuales y el divorcio, entre otras cosas, se ha querido señalar a ese tipo de personas, que creemos en Dios, como anticuados, anacrónicos, "discriminadores" y tontos, en buen chileno.
Nuestro mensaje trasciende la liturgia dominical y es universal, en el sentido de la amplitud de contenidos que debe entregar al hombre, aunque sea del siglo XXI. El hombre hoy vaga en medio de depresiones, vivir en un sinsentido de la vida, en medio de luchas implacables en el campo de la familia y en medio de fuertes debates y crisis morales. Y a pesar de todo esto, la soberbia del hombre del siglo XXI nos señala que no necesita de Dios, que es sinónimo de ser un idiota el hecho de ser cristiano, y lo paradójico es que quienes somos cristianos y tenemos fe salvífica e intentamos de caminar en la Palabra de Dios, poseemos de hecho, mejores bases personales y de formación valórica que muchos otros que desdeñan todo esto y, no obstante, sucumben en medio de nuestro complejo mundo posmodernista.
Muchas veces los canales de televisión chilena han querido ridiculizar a quienes somos evangélicos y aunque dan tribuna a los homosexuales y a los pervertidos en la televisión; a los jóvenes idiotas que pululan desnudando sus cuerpos y dramatizando su vida en medio de escandalosos amoríos; esos mismos canales nos obligan a utilizar medios mucho menos potentescomo estos para presentar defensa de nuestra fe, con mansedumbre y reverencia.
Quienes no son evangélicos deben saber que tenemos algo que decir, una palabra que entregar, que no es nuestra, que es la Palabra de Dios que sigue siendo tan importante y poderosa para el hombre que la oye con fe, y que seguramente, hará los mismos efectos que ha hecho en tantos hombres que la han recibido con mansedumre y en ellos se ha cumplido lo que señaló el profeta Isaías: la palabra que envié no volverá a mi vacía, sino que hará todo aquello que yo procuré al enviarla. Chile tiene algo que escuchar de parte de Dios, y eso, es el mensaje eterno e infalible de Dios que bien sintetizó Pablo: que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con si...
Lo que tiene que escuchar la sociedad chilena de la Iglesia Evangélica.
Reviewed by Anónimo
on
junio 12, 2011
Rating:

No hay comentarios:
Déjenos su comentario