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Doctrinas de la Gracia: Salvado solamente por la Gracia

Doctrinas de la Gracia

QUIERO llamar su atención especial al hecho de que nosotros somos salvados exclusivamente por la gracia, no por obras y la gracia. Gran cantidad de personas piensan que pueden ser salvadas a través de las obras. Otros piensan que la salvación puede ser lograda a través de las obras y la gracia a la vez. Ellos necesitan abrir sus ojos para ver que el regalo de Dios es gratuito y aparte de las obras.


Salvado Solamente por Gracia Por D.L. Moody

QUIERO llamar su atención especial al hecho de que nosotros somos salvados exclusivamente por la gracia, no por obras y la gracia. Gran cantidad de personas piensan que pueden ser salvadas a través de las obras. Otros piensan que la salvación puede ser lograda a través de las obras y la gracia a la vez. Ellos necesitan abrir sus ojos para ver que el regalo de Dios es gratuito y aparte de las obras.


Efesios 2:8-9
“Porque por gracia sois salvos, por la fe; y esto no de vosotros, 
es el regalo de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”

Muchas personas lo pondrían así: “¡Porque por vuestras obras sois salvos, o por vuestras lágrimas, o vuestras oraciones, o vuestros ayunos, o vuestras pruebas, o vuestras buenas resoluciones, o vuestro dinero!” Pero Pablo nos dice simplemente que es “no por obras, para que nadie se gloríe”. Si nosotros pudiéramos ser salvados a través de obras, entonces por supuesto la misión de Cristo a este mundo fue un error. No había necesidad de que Él viniera.

¿Había hecho Pablo alguna vez algo que pudiera merecer la salvación? En el momento en que Cristo lo llamó él había hecho todas las cosas que pudo contra Cristo y contra la Cristiandad. Él estaba en el mismo acto de ir a Damasco para enviar a la cárcel a cada cristiano que encontrase. Si él no hubiera sido detenido, muchos de ellos probablemente habrían sido ejecutados. Fue Pablo, ¿lo recuerda?, quien alentó a la chusma que apedreó a Esteban. Aún así nosotros descubrimos que cuando Cristo lo encontró Él trató en gracia con él. Ningún apóstol dice tanto contra la salvación a través de obras antes de la cruz, como Pablo; y ninguno dice tanto sobre obras después de la cruz. Él puso las obras en su lugar correcto.

Tengo muy poca simpatía por cualquier hombre que ha sido comprado con la sangre preciosa del Hijo de Dios, y que no ha obtenido espíritu de trabajo. Si nosotros somos hijos de Dios no hemos de tener una sola gota de sangre perezosa en nuestras venas. Si un hombre me dice que se ha salvado, y no desea trabajar para el honor de Dios, yo dudo de su salvación. La pereza pertenece
a la antigua creación, no a la nueva. En toda mi experiencia nunca conocí que un hombre perezoso fuera convertido –jamás. Yo tengo más esperanza de la salvación de borrachines, y ladrones, y rameras, que de un hombre perezoso.


LO QUE LOS TREINTA Y NUEVE ARTÍCULOS DICEN.

Encontré algunas personas que me acusaron de enseñar la herejía, porque digo que la salvación es totalmente por gracia. Recuerdo una vez, que un clérigo dijo que yo estaba enseñando la falsa doctrina porque dije que la salvación era totalmente por gracia. Él dijo que las obras tenían tanto que ver con nuestra salvación como la gracia. En ese momento yo no había leído nunca los Treinta y nueve Artículos; si yo lo hubiera hecho habría estado listo para hacerle frente. Conseguí el Libro de la Oración, y miré a través de los Treinta y nueve Artículos; y encontré, para mi asombro, que ellos presentaban esto de forma mucho más enérgica que lo que yo lo había hecho.

Oigamos lo que ellos dicen:

XI. De la Justificación del Hombre
"Nosotros somos considerados justos ante Dios, sólo por el mérito de nuestro Señor y Salvador Jesucristo a través de la Fe, y no por nuestras propias obras o merecimientos: Por lo tanto, el que nosotros sólo somos justificados a través de la Fe, es la doctrina más sana, y muy plena de alivio”

XII. De las Buenas Obras
"A pesar de que las Buenas Obras, que son los frutos de la Fe y siguen después de la
justificación, no pueden quitar nuestros pecados, ni soportar la severidad del juicio de Dios; no obstante ellas son agradables y aceptables a Dios en Cristo, y necesariamente fluyen de una Fe verdadera y viva; hasta el punto que por ellas una Fe viva puede ser conocida por todos así como un árbol lo es por el fruto”.

XIII. De las Obras Antes de la Justificación
"Las obras hechas antes de la gracia de Cristo, y antes de la guía de Su Espíritu, no son agradables a Dios; porque ya que ellas no brotan de la fe en Jesucristo, ni ellas hacen aptos a los hombres para recibir la gracia, ni (como los autores escolásticos dirían) merecen gracia congruentemente. He aquí más bien, porque ellas no se hacen como Dios ha querido y ordenado que sean hechas, nosotros no dudamos que ellas tienen la naturaleza del pecado”.


Eso es más fuerte que lo que yo jamás expuse. Estos Artículos dicen de las obras de antes de la justificación que “ellas tienen la naturaleza del pecado”. ¡Yo nunca las llamé pecado! Así usted ve que ésta no es alguna nueva doctrina que nosotros estamos predicando. Cuando la iglesia y el mundo se den cuenta del hecho de que las obras antes de la salvación son tenidas por nada, entonces y solo entonces, yo creo, que los hombres vendrán agolpándose en el reino de Dios por cientos.

  • Nosotros obramos desde la cruz, no para ella.
  • Nosotros trabajamos porque ya estamos salvados, no para ser salvos
  • Nosotros trabajamos desde la salvación, no para la salvación
  • La salvación es el regalo de Dios

Usted ha oído el Libro de la Oración; AHORA OIGA A PABLO:

“Abraham creyó a Dios; y esto le fue contado por justicia. Ahora, al que obra , el salario le es contado no como gracia, sino como deuda. Pero al que no obra, pero cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:3-5).

Note lo que el Apóstol dice: “al que no obra” Eso es lenguaje llano, ¿no es así? Quizás yo pueda sobresaltar a algunos de ustedes diciendo que muchos de ustedes se han mantenido fuera del reino de Dios por sus buenas obras. No obstante es verdad. Si usted pone obras en el lugar de fe, ellas se vuelven una trampa para usted. Es “al que no obra, pero cree”.

Yo admito libremente que vale la pena trabajar para la salvación; vale la pena que un hombre recorra el mundo sobre sus manos y rodillas, escale sus montañas, cruce sus valles, nade sus ríos, atraviese toda clase de penalidades para alcanzar la salvación. Pero nosotros no la conseguimos de ese modo. Pablo pasó por todas las pruebas y penalidades que él tenía que soportar, pero fue por la gracia de Dios descansando sobre él, que fue capacitado para hacerlo así, [Nota de Traductores: y lo hizo así, no para salvación, sino ya luego de haber sido salvado por la misma gracia del Señor].


PENITENCIA POR EL PECADO

¿Insultaría usted al Omnipotente ofreciéndole los frutos de este cuerpo frágil como expiación por el pecado?

Suponga que su Reina me enviara un presente magnífico, y yo dijera al mensajero real: “Yo ciertamente no debo aceptar esto de Su Majestad sin darle a cambio algo”. ¡Suponga que le enviara un penique! ¿Cómo se sentiría la Reina, si yo la insultara de esa manera? ¿Y qué tenemos nosotros que podamos ofrecer a Dios a cambio por Su regalo gratuito de salvación? Menos que nada.

Nosotros debemos venir y debemos tomar la salvación como Dios lo quiere. No hay mérito en tomar un regalo. Si un mendigo viene a mi casa, y pide pan para comer, y yo le doy un trozo
de pan, no hay mérito en que él tome el pan. Así, si usted experimenta el favor de Dios, usted tiene que tomarlo como un mendigo. Alguien ha dicho: “Si usted viene a Dios como un príncipe, usted se irá como un mendigo: si usted viene como un mendigo; usted se irá como un príncipe”. Es al necesitado a quien Dios le abre el armario del cielo, y le trae la túnica de la justicia. Pablo dice de nuevo: “Si es por gracia, entonces ya no es por obras: de otro modo la gracia no sería más gracia.
Pero si es por obras, entonces ya no es más gracia: de otro modo la obra no sería obra” (Romanos 11:6). Pablo está razonando de esta manera: que si yo trabajo por un regalo o intento dar dinero por él, éste deja de ser un regalo. La única manera de conseguir un regalo es tomarlo como un regalo.

Un hombre anciano se levantó en una de nuestras reuniones y dijo, “Me ha tomado cuarenta y dos años aprender tres cosas”. Yo paré mis orejas ante aquello; pensé que si podía descubrir en unos tres minutos lo que a un hombre le había tomado cuarenta y dos años aprender, eso me gustaría. La primera cosa que él dijo que había aprendido era que él no podía hacer nada para su propia salvación. “Bien”, me dije, “eso vale la pena aprender”. La segunda cosa que él había encontrado era que Dios no le exigió que hiciera nada. Bien eso valía la pena encontrar también. Y la tercera cosa era que el Señor Jesucristo lo había hecho todo, que esa salvación fue terminada, y que todo lo que él tenía que hacer era tomarla. Estimados amigos, aprendamos esta lección; rindámonos y dejemos de luchar y de afanarnos, y aceptemos la salvación enseguida.


UN PERDÓN GRATUITO

Yo estaba predicando hace unos años en los Estados del sur; y el pastor llamó mi atención sobre uno de los ancianos en su Iglesia. Él dijo: “Cuando la guerra civil estalló, ese hombre estaba en uno de los lejanos Estados del sur, y él se alistó en el ejército del sur. Él fue seleccionado por el General sureño como un espía, y lo envió a espiar al ejército norteño. Como usted sabe, los ejércitos no tienen misericordia con los espías, si ellos pueden capturarlos. Este hombre fue capturado. Él fue procesado por consejo de guerra, y destinado para ser fusilado. Mientras él estaba en la celda, antes del tiempo de la ejecución, los soldados Norteños le traían sus raciones. Cada vez que ellos venían a su celda él llamaba a Abraham Lincoln con toda clase de epítetos viles en los que él podía pensar. Parecía como si pasara las noches despierto intentando estudiar tales palabras. Por fin los
soldados se pusieron tan enfadados que dijeron que se alegrarían cuando la bala traspasara su corazón. Algunos de ellos incluso dijeron que les gustaría tirarle una bala; y que si no les obligaran por orden del ejército a alimentarlo, le dejarían hambrear en la prisión. Ellos pensaron que eso era lo que él merecía por hablar tan injustamente de Lincoln. Un día mientras él estaba en la prisión, esperando ser llevado afuera para la ejecución, un oficial norteño vino a la celda. El prisionero, lleno de rabia, pensó que había llegado su tiempo para ser fusilado. ¡El oficial abrió la puerta de la prisión, y le entregó un perdón gratuito de Abraham Lincoln! ¡Le dijo que estaba en libertad; y que
él podría ir con su esposa y sus niños! El hombre que había antes sido tan lleno de amargura, y malicia, y rabia, de repente se tranquilizó, y dijo, “¡Cómo! ¿me ha perdonado Abraham Lincoln? ¿Por qué? Yo nunca dije una palabra buena sobre él”. El oficial dijo, “Si usted tuviera lo que usted merece se le fusilaría. Pero alguien intercedió por usted en Washington y obtuvo su perdón; usted está ahora en libertad”. El pastor, según me explicó, dijo que este acto de bondad inmerecida quebrantó completamente el corazón del hombre y le llevó a su conversión. Dijo el pastor, “Usted deje a cualquier hombre hablar una palabra ahora contra Abraham Lincoln  a oídos de ese hombre, y verá lo que pasará. No hay un hombre en toda la República de América, yo creo, que
tenga un sentimiento más amable hacia nuestro fallecido Presidente que él”.

Pues eso es la gracia. El hombre no merece un perdón. Pero esto es exactamente lo que la gracia es:
misericordia inmerecida. Usted puede haber sido un rebelde contra Dios hasta esta misma hora; pero si usted reconoce su rebelión, y está deseoso de tomar la misericordia que Dios ofrece, usted puede tenerla libremente. Ella está allí para cada alma sobre la superficie de la tierra. “La gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres se manifestó” (Tito 2:11). ¡Gracias a Dios por eso! La salvación a través de la gracia es para todos los hombres. Si nosotros estamos perdidos, no será porque Dios no ha proporcionado a un Salvador, sino porque nosotros rechazamos con desprecio el regalo de Dios –porque arrojamos de nosotros la copa de la salvación.

¿Qué dice Cristo? Usted recuerda que cuando Él estaba en la tierra, vinieron a Él y le preguntaron lo que debían hacer para obrar las obras de Dios. Él había estado diciéndoles que no trabajaran por el pan que perece, sino por la comida que permanece para la vida eterna. Entonces ellos le preguntaron, “¿Qué haremos nosotros para que podamos obrar las obras de Dios?” (Juan 6:28). ¿Qué les dijo Jesús que hicieran? ¿Les dijo Él, id y alimentad al hambriento, a vestir al desnudo, a visitar a la viuda y el huérfano en su aflicción? Quizás usted puede decir que, según la Escritura, eso es “la religión pura y sin mácula” (Santiago 1:27). Concedido; pero algo viene antes de eso. Todo eso es correcto y necesario en su lugar. Pero cuando estos hombres quisieron saber lo que ellos tenían que hacer para heredar la vida eterna, Jesús dijo: “ÉSTA ES LA OBRA DE DIOS, QUE CREÁIS EN EL QUE ÉL HA ENVIADO” (Juan 6:29).


USTED PUEDE CREER

Un amigo recientemente llamó mi atención al hecho de que Dios ha puesto la oferta de salvación de tal modo que el mundo entero pueda aferrarse de ella. Todos los hombres pueden creer. Un hombre inválido quizás no sería capaz de visitar al enfermo; pero él puede creer. Un hombre ciego por causa de su enfermedad no puede hacer muchas cosas; pero él puede creer. Un hombre sordo puede creer. Un hombre agonizante puede creer. Dios ha presentado la salvación tan simplemente que el joven y el anciano, el sabio y el tonto, el rico y el pobre, puedan todos creer si ellos quieren.

¿Piensa usted que Cristo habría bajado del cielo, habría ido al Getsemaní y al Gólgota, habría sufrido como Él lo hizo, si el hombre podía haber forjado su camino hacia el cielo –si podía merecer salvación por sus propios esfuerzos? Yo pienso que si usted considera cinco minutos esta pregunta entonces verá, que si el hombre pudiera salvarse a sí mismo, Cristo no habría necesitado sufrir todo eso. Recuerde, también, lo que Cristo dice: “El que sube por algún otro camino, el mismo es un ladrón y un robador” (Juan 10:1). Él ha trazado el camino a Dios. Él ha abierto un camino nuevo y resplandeciente, y Él quiere que tomemos Su camino. Ciertamente el esfuerzo por forjar nuestro camino hacia el cielo es “subir por algún otro camino”, ¿no es así? Si alguna vez un
hombre tuviera éxito en obrar su camino al cielo, ¡nunca dejaríamos de oír algo de él! Estoy terriblemente harto de los así llamados “hombres que triunfan por sí mismos”. Hay algunos hombres a quienes usted no puede acercarse sin oírlos resoplar su trompeta diciendo: “yo soy un hombre que me hice por mí mismo”. “Vine aquí hace diez años siendo un hombre pobre; y ahora yo soy rico”. Todo es: “¡yo-yo-yo!” ¡Ellos siguen alardeando, y diciendo qué seres maravillosos que son! Hay una cosa que se excluye del reino de cielo, y eso es la jactancia. Si usted y yo alguna vez llegamos allí, será por la gracia soberana de Dios. No habrá ningún reconocimiento
dado a nosotros mismos.

¡Salvado sólo por gracia!
Ésta es toda mi razón:
Por toda la humanidad Jesús murió,
Y por mí Jesús murió”.
Doctrinas de la Gracia: Salvado solamente por la Gracia Doctrinas de la Gracia: Salvado solamente por la Gracia Reviewed by Anónimo on julio 13, 2010 Rating: 5

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