Doctrinas de la Gracia
Muchos de ustedes en su mesa dicen “gracia” tres veces por día. Usted raramente va a una iglesia sin oír mencionar la palabra. Usted raramente lee cualquier parte del Nuevo Testamento, sobre todo las Epístolas, sin encontrar la palabra. Probablemente no haya una palabra en el lenguaje tan poco entendida. Hay muchos que han recibido la gracia de Dios en su corazón, pero que, si fuesen interrogados acerca de lo que la palabra significa serían turbados,desconcertados, e incapaces de decirlo.
La Fuente de la Gracia
Por D.L. Moody
HAY algunas palabras con las que nosotros hemos estado bastante familiarizados desde nuestra infancia, y probablemente hay pocas palabras en el idioma inglés que se usen tan a menudo como esta palabra: “GRACIA”. Muchos de ustedes en su mesa dicen “gracia” tres veces por día. Usted raramente va a una iglesia sin oír mencionar la palabra. Usted raramente lee cualquier parte del Nuevo Testamento, sobre todo las Epístolas, sin encontrar la palabra. Probablemente no haya una palabra en el lenguaje tan poco entendida. Hay muchos que han recibido la gracia de Dios en su corazón, pero que, si fuesen interrogados acerca de lo que la palabra significa serían turbados,
desconcertados, e incapaces de decirlo. Yo experimenté la gracia de Dios una buena cantidad de años antes de que realmente supiera el verdadero significado de la palabra.
Ahora bien, la gracia significa misericordia inmerecida, favor inmerecido. Si los hombres se dieran cuenta de este hecho, ellos no estarían hablando sobre su propio mérito cuando nosotros les pedimos que vengan a Cristo. Cuando la verdad de que Cristo vino a salvar al indigno amanezca en ellos, entonces aceptarán la salvación.
Pedro llama a Dios “el Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10). Los hombres hablan sobre gracia, pero, por lo general, saben muy poco sobre ella. Cuando un hombre de negocios va a uno de sus banqueros para pedir prestado unos cientos de dólares por sesenta o noventa días; si él está bien capacitado para pagar, el banquero le prestará quizás el dinero si puede conseguir que otro hombre
responsable firme el pagaré junto con él. Ellos dan lo que llaman tres días de gracia después de que han expirado los sesenta o noventa días; pero ellos harán pagar al que tomó prestado el interés que daría el dinero durante estos tres días, y si él no devuelve el capital y los intereses en el momento fijado, ellos venderán sus bienes; le sacarán quizás de su casa, y tomarán hasta el último mueble de su posesión. Eso no es gracia en absoluto; pero eso ilustra claramente la idea que el hombre tiene de ella. La gracia no sólo lo libra a usted del pago del interés, sino también del capital.
SU FUENTE
En el Evangelio de Juan leemos, “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, la gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad . . . Porque la ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo” (Juan 1:14,17).
Ahora, usted sabe que por muchos años los hombres constantemente estuvieron intentando encontrar la fuente del Nilo. El río de la gracia ha estado fluyendo a través de esta tierra de oscuridad durante seis mil años, y nosotros ciertamente deberíamos estar más ansiosos de descubrir su fuente que de descubrir la fuente del Nilo. Yo pienso que si usted lee cuidadosamente su Biblia
encontrará que este maravilloso río de la gracia viene directamente desde el mismo corazón de Dios.
Recuerdo estando hace unos años en Texas, en un lugar donde el país era muy seco y árido. En ese seco país hay un bonito río que salta directamente de la tierra. Éste fluye a lo largo; y en ambos lados del río usted encuentra vida y vegetación. La gracia fluye como ese río; y usted puede rastrear su fuente derecho hacia arriba en el mismo corazón de Dios. Usted puede decir que su más elevada manifestación fue vista cuando Dios dio al Hijo de Su seno para salvar a este perdido mundo. “El regalo gratuito no es como la ofensa. Porque si a través de la ofensa de uno muchos murieron, mucho más la gracia de Dios, y el regalo por gracia, que es por un hombre, Jesucristo, ha abundado para muchos” (Romanos 5:15).
UN REGALO GRATUITO
Note que ella es el regalo gratuito de Dios. “Gracia sea a vosotros, y paz, de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros por la gracia de Dios que os es dada en Cristo Jesús” (1 Corintios 1:3,4).
Pablo escribió catorce Epístolas; y cada una de ellas está concluida con una oración por la
gracia. Pablo la llama “El regalo gratuito de Dios”. Miles se han mantenido fuera del reino de Dios porque no comprenden lo que este regalo gratuito es. Ellos creen que deben hacer algo para merecer la salvación.
La primer promesa dada al hombre caído fue una promesa de gracia. Dios nunca le prometió algo a Adán cuando Él lo puso en el Edén. Dios nunca hizo un pacto con él como lo hizo con Abraham., Dios le dijo “Del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás: porque el día que de él comieres ciertamente morirás” (Génesis 2:17); pero cuando esto llegó a suceder, entonces Dios vino y le dio una promesa de gracia. Él trató en gracia con él. Cuando Adán dejó el Jardín del Edén pudo decirle a Eva, “Bien, Dios nos ama, aunque Él nos ha llevado fuera”. No había ninguna señal de que Adán reconoció su condición perdida. Hasta donde nosotros sabemos, no hubo ningún clamor por misericordia o perdón, ninguna confesión de pecado. A pesar de eso encontramos que Dios trató en gracia con él. Dios salió y buscó a Adán para poder darle Su gracia. Él encontró
a Adán en su condición perdida y arruinada, y la primera cosa que Él hizo fue proclamar la promesa de la venida de un Salvador.
Durante seis mil años, Dios ha estado intentando enseñar al mundo esta gran y gloriosa verdad de que Él quiere tratar con el hombre en amor y en gracia. Esto prosigue así a lo largo de la Biblia; desde el principio al fin usted encontrará fluir este arroyo de la gracia. Tanto la verdaderamente última promesa en el capítulo final de Apocalipsis, como la primera promesa en el Edén, es una promesa de gracia: “Todo el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Así, la revelación entera, y la historia entera del hombre está rodeada por la gracia, el favor gratuito de Dios.
Hace algunos años cuando yo estaba hablando sobre este asunto, un amigo me envió lo siguiente: “¡Por la gracia de Dios soy lo que soy!” Ésta es la confesión eterna del creyente. La gracia lo encontró un rebelde y luego le deja hecho un hijo. La gracia lo encontró vagando ante las puertas del infierno y luego lo lleva a través de las puertas del cielo. La gracia ideó el plan de la redención: La justicia nunca querría; la Razón nunca podría. Es la gracia la que lleva a cabo ese plan. Ningún pecador habría buscado jamás a su Dios sino a través de la gracia. Los matorrales del Edén habrían sido la tumba de Adán, si la gracia no lo hubiera llamado. Saulo habría vivido y se habría muerto como el mismo orgulloso y farisaico perseguidor, si la gracia no lo hubiera derribado. El ladrón habría continuado exhalando sus blasfemias, si la gracia no hubiera sujetado su lengua y no la hubiera hecho apta para la gloria. “De la madera más llena de nudos”, dice Rutherford, “Él puede hacer vasos de misericordia para el servicio en el alto palacio de la gloria”. Dice Toplady: “Yo vine, yo vi, yo conquisté puede ser inscrito por el Salvador en cada monumento de la gracia”. “Yo vine al pecador; yo miré sobre él; y con una mirada de amor omnipotente, yo lo conquisté”.
Mi amigo, nosotros habríamos sido este día estrellas errantes a quienes les está reservada la oscuridad de las tinieblas, sin Cristo, sin esperanza, sin herencia, si la gracia no nos hubiera invitado y si la
gracia no nos hubiera constreñido.
GRACIA REFRENANTE
Es la gracia la que, en este mismo momento, nos guarda. Nosotros hemos sido a menudo un Pedro
abandonando a nuestro Señor, pero traídos de nuevo a Él. ¿Por qué no un Demas o un Judas? Él nos lo revela: “Yo he orado por ti que tu fe no falte” (Lucas 22:32). ¿No es éste nuestro propio comentario y reflexión ante una mirada sobre nuestra vida? “Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Corintios 15:10).
¡Oh, busquemos comprender nuestra continua dependencia de esta gracia cada momento! “¡Más gracia! ¡más gracia!” debería ser nuestro continuo clamor. Pero la provisión infinita se corresponde con la necesidad infinita. La tesorería de la gracia, aunque siempre se está vaciando siempre está llena: la llave de oración que la abre siempre está a mano: y el Tesorero omnipotente de las bendiciones de la gracia siempre está esperando para ser dador de gracia. La promesa ya dada nunca puede cancelarse ni puede trastocarse: “Mi gracia es suficiente para ti” (2 corintios 12:9).
Busquemos permanecer mucho en este tema inagotable.
La gracia de Dios es la fuente de las pequeñas bendiciones temporales así como de las más altas bendiciones espirituales. Considere esto tanto para la migaja de pan diario así como para la corona de gloria eterna. Pero incluso con respecto a las misericordias terrenales, nunca se olvide del cauce de la gracia a través de Cristo Jesús. Es tan dulce conectar cada (incluso la más pequeña y más humilde) señal de liberalidad providencial con la Cruz del Calvario, teniendo las bendiciones comunes de la vida estampadas con la marca de los clavos; las hace doblemente preciosas pensar que fluyen de Jesús. Dejemos que otros se conformen con las misericordias de Dios que no provienen de Su pacto. Sea nuestro decir como hijos de la gracia y herederos de la gloria: “Padre Nuestro que estás en los cielos, danos este día nuestro pan diario”. Y esto, reposando en la todosuficiencia en
todas las cosas, prometida por “el Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10).
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Del libro "Gracia Soberana" Cap I, D.L Moody
Doctrinas de la Gracia: La Fuente de la Gracia
Reviewed by Anónimo
on
julio 12, 2010
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